Viaje de novios a Bali, Indonesia
Como muchos sabéis, nos casamos el 25 de mayo y queríamos que la 1/2 luna de miel fuese increíble, por lo que buscamos un lugar increíble, al otro lado del mundo. Teníamos que pensar en grande y elegimos Bali, un lugar exótico, lejos de la cultura occidental. Bali es una explosión de estímulos para todos los sentidos del ser humano: cada dos pasos podrías sentir un olor distinto, tanto bueno como malo, tus ojos se quedarían hipnotizados por el colorido de las cosas que te rodean, tu piel transpiraría tan rápido que no te darías cuenta, y tus papilas gustativas no sabrían cómo apagar el fuego después de probar las salsas picantes típicas de Bali.
Bali es un lugar especial, donde la gente tiene poco pero a la vez, mucho más que nosotros. Nada les impide que sonrían día a día a familiares y a desconocidos por igual. Es el primer sitio donde no he visto a nadie enfadarse en dos semanas.
Aunque el tráfico sea de lo más caótico que he visto jamás, no verás a gente gritarse, insultarse o bajarse del vehículo para “dar una lección”. Me quedé asombrado con la capacidad de este pueblo de ser bueno, de tener un gran corazón y compartir lo poco que tienen con los demás.
Viajamos a Ubud, la ciudad de los artesanos, la cuna del arte indonesio e igualmente nos asombramos con el talento que tiene la gente allí, subimos en la cima del volcán activo Batur para ver la preciosa salida del sol y visitamos los templos más importantes de los alrededores. La próxima parada fue en el sur de la isla, un lugar rodeado por las mejores playas de Bali, donde pasamos momentos de verdadera tranquilidad y felicidad. Última parada, las islas Gili, un pequeño paraíso donde el tiempo se para, donde la gente no tiene prisa alguna…
Después de estar dos semanas entre los balineses, puedo decir que no me importaría vivir allí, solamente por escaparse del ritmo de vida alocado que llevamos aquí, en el Occidente…